Aunque conocemos más que de sobra los beneficios físicos que la práctica deportiva tiene en los niños, no son tan conocidos sus beneficios a nivel psicológico. Todos sabemos que la actividad física mejora el humor, las habilidades cognitivas, activa la mente y nos mantiene despiertos. Pero además, hacer ejercicio beneficia nuestro cerebro de distintas formas. Diversas investigaciones han demostrado en los últimos 20 años que hacer ejercicio regularmente favorece el nacimiento y crecimiento neuronal y previene la pérdida del tejido neuronal.

Algunos de estos estudios sugieren que la práctica deportiva regular aumenta su capacidad de concentración, y les ayuda a ser menos impulsivos y mejora su capacidad de retención y su memoria a largo plazo. Además, estas investigaciones también reflejaron la mejora de los niños en el ámbito escolar, siendo los más activos físicamente los que mejores resultados académicos obtuvieron.

La actividad física constante y adaptada a sus necesidades posee múltiples beneficios para los más pequeños, por lo que es importante que se acostumbren a un estilo de vida saludable desde temprana edad. Como padres deberemos motivarles a la práctica de cualquier deporte que les guste y satisfaga, entre la amplia oferta de la que disponemos hoy en día, y animarles durante las malas rachas, sin presionarles ni supeditar la práctica a las victorias deportivas o académicas.